La revolución conectiva y el social media han impactado sin duda a las formas de comunicarse, lo cual implica una realfabetización - situación explicada en entradas anteriores, pero que a modo de recordatorio señala la importancia del desarrollo de capacidades transmedia como mecanismo para interactuar efectivamente en los novedosos medios digitales.
No obstante, lejos de la virtualidad que implica las formas mediadas, el ser humano ordinario sigue haciendo uso de su palabra escrita y oral, como un mecanismo ineludible de interacción social sean ésta mediada o no.
En el caso particular de la comunicación oral, ésta establece la necesidad de que emisor - receptor decidan hablar en un mismo código o idioma; siendo su canal primordial el aire y acompañada por un cúmulo de gestos, que le brinda una espontaneidad que sin duda, la comunicación escrita tiende a perder.
Independientemente de si la comunicación oral es mediada o no, una de las principales limitantes la constituye la voz (volúmen, tono y dicción) que pueden ser completamente inaudibles e inintelegibles si los dispositivos digitales de los que podemos echar mano - sea nuestra oralidad presencial o a distancia - (micrófono, webcam, celular, teléfono) fallan atentan do en la motivación e interés por escucharnos.
Frente a las fallas anteriores conviene volver a aclarar los puntos no comprendidos ya que, aunque las palabras (orales) se las lleva el viento, es mejor aclarar las ideas.
Comunicarse efectivamente, de forma oral implica:
- Utilizar un lenguaje único.
- Escuchar bien, existe diferencia entre la buena escucha y oir bien, sobre todo en ambientes psicológicos y físicos, complicados.
- Una vez concluida, la plática conviene que tu receptor te repita con sus propias palabras lo que tú le expresaste.
La voz