El tema de la diversidad cultural ha sido objeto de diversos análisis donde se responsabiliza a la globalización de la disolución de aspectos particulares de una sociedad que le proveen identidad y autenticidad cultural, condenando con ello a las nuevas generaciones ha crecer sin identidad propia, sin enraízamiento cultural.La globalización, ha diluido las fronteras para el intercambio voluntario, fundamentalmente a nivel comercial - con las respectivas restricciones de todos conocidas - e interactivo, tras la revolución TIC. Dichos intercambios son responsabilizados de la transculturización, que empobrece.
Dicha aseveración tendría que revisarse con cautela, ya que la disolución de la cultura identitaria y la consecuente semejanza a otra dista de ser nueva o producto de la globalización económica y de información; es tan vieja como lo es la aparición de la escritura que observa su génesis con la generación de la agricultura y la división del trabajo en su forma primitiva, para promover la comercialización de los excedentes.
La propuesta de Tom G. Palmer, intitulada Globalización y cultura, permite sin duda plantear, la maravillosa posibilidad de crecimiento del ser humano de una sociedad determinada a partir del conocimiento e interacción con otras sociedades y sus culturas, lo que según expresa Palmer constituye una mayor expansión y diferenciación de la sociedad y una menor diversidad entre sociedades, al ser más parecidas entre sí.
Ello se comprende mejor cuando analizamos la siguiente definición de diversidad cultural, que la identifica como la gran cantidad de culturas que se encuentran englobadas, teniendo una misma tecnología en común, ello significa que no existen culturas puras, nuestra cultura en México, es producto de muchas culturas, no sólo de la española - prehispánica.
La defensa de la diferencia cultural
Hacia la equidad de género
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